martes, 3 de agosto de 2010

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Un tren cargado de recuerdos

Dicen que todo tiempo pasado fue mejor. Pero no lo dicen los que hablan por hablar, sino los protagonistas que tiñen esta historia de recuerdos y fantasías.

La escena donde comienza este relato sucede bajo los cielos de una ciudad no tan poblada, pero con una tendencia al crecimiento constante en estos últimos años. Su nombre es Pérez y nació como pueblo allá por 1886.

Los hombres unidos en una misma mesa eran tres, todos ellos con edades similares, alcanzando las nueve décadas desde sus natalicios. Dos de ellos bromeaban, manifestando ser testigos de casi todas las guerras que han sucedido alrededor del planeta.

El primer protagonista es Carlos Pallotto, 89 años, ex ferroviario. Voz ronca, altura considerable, usa gorra con visera de marca conocida y tiene la capacidad de recordarlo todo.

Un hombre de estatura mediana, con algunos kilos de más, cara redonda, así es Alcides Orellano, un rosarinos que llegó de la gran ciudad para escribir su historia en grandes capítulos.

En la mesa también se encontraba un meteorólogo amateur, él no tenía estudios sobre las ciencias de la atmosfera, pero sabía con precisión cuando podría largarse a llover. Se trata de Roberto Nieri, un señor con más de 88 años.

Estas tres personas tienen algo en común, que los une y los representa. Ellos alguna vez trabajaron en los talleres ferroviarios de la ciudad de Pérez.

La historia de ellos se repasa en una mesa de café, las aventuras de aquellos trabajadores ferroviarios, que siendo jóvenes, llegaron a esas enormes fábricas para darle curso a sus vidas e impulso a la economía de un país entero.

“¡Entré primero!” exclamó Roberto, y fue así. Llegó en 1946 y trabajó por 41 años. Pasó por la bodega para terminar en el almacén, aquél lugar en donde se distribuía todo los materiales fabricados en los talleres.

“¿Nos habremos cruzado?”, preguntó Carlos, que confesó haber estado en aquella sección.

“Éramos los encargados de abastecer de materiales a los galpones, porque cuando no se compraba materiales, se daba la orden para que los talleres lo fabriquen. En esos gigantes de chapa se fabricaba, se producía y se reparaba”, contaba con orgullo Pallotto.

Después de aquellos dos hombres, llegó el tercer protagonista, que arribó de la zona de Alberdi en Rosario. “Surgió la posibilidad de venir a Pérez y estuve 16 años. Acá yo estaba en el corazón de la máquina, lugar donde todos querían estar”, bromeó Alcides. Pero no estaba mintiendo. Esa sección se la denominaba “Celta chico” y era el lugar donde se fabricaban y ensamblaban las locomotoras. “Era la sala de partos, allí nacían las grandes locomotoras del país”, exclamaron los tres al unísono.

Trabajar en los talleres denominados en su momento “Gorton” era sinónimo de tener el mejor empleo e imposible no entablar cierta amistad con los rieles y los trenes. En dichos talleres, las diversas secciones hacían que el trabajo sea del más variado.

“Hice de todo”, comentó Alcides. Y continuó: “He sido aguatero, saca fuego, saca ceniza y arenero. Y también pasé por la parte de carpintería, que le daba el toque final a las locomotoras que salían como nueva”.

Carlos recordó una sección que le gustaba: “Los artesanos hacían los trabajos de artesanías para el ferrocarril, arreglaban muebles, por ejemplo, no se tiraba nada”, exclamó.

La mesa llena de fotos, folletos y bebidas frías, eran testigos de los relatos más llevaderos que se podían escuchar acerca de aquellos días en los talleres.

Los ingleses tenían la política de no salir a comprar repuestos afuera, sino que se fabricaba todo allí mismo en los talleres. Tan así, que según los trabajadores de la época comentaban que hasta agujas de alfiler se hacían. “¡En la sección fundición se fundía 30 tonelada de hierro por día!”, saltó diciendo Nieri.

Trabajar en los talleres era estar en contacto todo el tiempo con trabajadores, colegas, y amigos. Y no era para menos, ya que eran más de tres mil los obreros que trabajan allí.

“Conmigo trabajaban unas 60 personas, pero depende mucho en la sección donde te encontrabas. De todas formas, eran muchas las personas que te cruzabas día tras día”, recordó Alcides.

El caso de Nieri fue parecido: “Conmigo trabajaron muchas personas, por ejemplo, la sección almacenes tenía 190 hombres. En esa sección se almacenaba todo lo que se fabricaba en el taller y después se distribuía a todas las líneas de ferrocarriles, como ser Buenos Aires, Cruz Alta o Río Cuarto”.

Los ex ferroviarios se detenían en el tiempo y repasaban detalles de los más minimalistas: “ Mi jefe se llamaba Mr. Johnson que salía todos los días a las 9 de la mañana a recorrer todo el taller”, relató Nieri.

Los relatos de estas tres personas, se fundían en sonrisas, palabras y recuerdos. Y al ver lo que hoy quedó de aquellos gigantes, sin dudas, sintieron ese vacío cruel difícil de superar.

“Cuando paso por los talleres abandonados me dan ganas de llorar”, exclamó Orellano.

A su vez, Nieri también se sintió dolido: “Es lamentable lo que está pasando. Que los talleres estén parados tantos años es una lástima, porque tenemos el edificio, están los inmueble y es un verdadero desperdicio que no se usen”.

Por su parte, Carlos expresó: “Realmente la estadía en los talleres fue muy buena, porque todos han podido criar a sus familias, pero ahora ya pasó al olvido”. Pero aquél hombre no pierde las esperanzas; “pienso que con el correr de los años va a tener que volver”.

Dicen que recordar significa volver a pasar por el corazón, y ellos han recordado. Los ex ferroviarios que protagonizaron está historia son hombres de trabajo, que con sacrificio y humildad, construyeron su futuro, y también el nuestro. ¡Gracias!

// Informe //

Informe de investigación

La ciudad de Pérez nació con los talleres ferroviarios. Su historia, sus personajes y las más diversas anécdotas surgen a partir de aquellos talleres que fueron sin dudas, la chispa que dio lugar a lo que es hoy la ciudad con más de 30 mil habitantes.

Básicamente, la investigación fue elegida a partir de querer conocer esas historias, esas personas que por años trabajaron allí dentro y que con cierta nostalgia, hoy recuerdan.

Y fue así que empecé a buscar esos relatos. La primera entrevista se la hice a Carlos Pallotto, uno de los ex ferroviarios, abuelo de un amigo que sin problemas accedió a la charla. Siempre con buena predisposición contó anécdotas sobre sus compañeros de trabajo, sus labores dentro de los talleres y todo ese mundo que tanto anheló desde el primer momento que dejó de trabajar.

La segunda entrevista fue a Alcides Ortolano. Hombre de 84 años que sin problemas recordó aquél primer día de trabajo en el año 1957. El ex ferroviario comenzó su labor en los talleres de Alberdi, en la ciudad de Rosario. Tiempo más tarde, la vida le dio la posibilidad de trabajar en Pérez, y por 16 años, le tocó ocuparse de la fabricación de las últimas y más modernas locomotoras del país.

El siguiente testimonio fue realizado a Roberto Nieri, un hombre que trabajó mucho tiempo en los talleres de Pérez, y con 88 años, pasó por diferentes sectores. Contó detalles sobre sus trabajos, pasando por el despacho, luego por la bodega y la herrería. La entrevista fue muy amena y con total desenvoltura, olvidó la cámara que lo estaba filmando y se explayó recordando viejos tiempo.

También fueron entrevistados personajes que no precisamente son ex ferroviarios, pero indirectamente están ligados a los talleres de ferrocarril de la ciudad.

Antonio Ottaviano tiene una pequeña imprenta donde realiza trabajos de gráfica desde hace años. Su profesión es esa, pero también se lo conoce como el historiador de la ciudad. De hecho, tiene una revista quincenal, donde en diferentes capítulos, va contando relatos acerca de la historia de Pérez. Fue a él quien le consulté sobre los talleres y le pedí una opinión acerca de su punto de vista del cierre de los mismos.

Otra de las personas entrevistadas fue a Ángel Da Silva. Este hombre fue el encargado de manejar el museo de la ciudad. Dicho museo se encuentra cerrado supuestamente por falta de fondos, según expresaron gente allegada al municipio.

Este hombre me proporcionó datos y me contó detalles de los talleres. En dicho museo había mucho material y fotografías que lamentablemente hoy no están accesibles al público.

He realizado imágenes en video y fotografías sobre los talleres de Pérez en la actualidad. Además he visitado el “cabín” abandonado de la ciudad, que fue un ícono de la “mística” ferroviaria de este lugar a mediados de siglo pasado.

He consultado sitios en Internet como así también libros relacionados a la historia de los talleres de la ciudad. Me he encontrado con poco material sobre el tema, y fue algo que llamó mi atención. Si se menciona mucho la estación Rosario Norte, los talleres de Alberdi, pero de los talleres de Mitre de Pérez, apenas se los nombra, y es llamativo, teniendo en cuenta la importancia que han tenido en épocas pasadas.

Vale destacar la siempre ayuda útil de algunos vecinos y amigos a la hora de proporcionar información.

Charlas con ex ferroviarios

ENTREVISTA A TRES EX FERROVIARIOS

Extractos y conceptos más importantes:

Carlos Pallotto (89 años)

Entré en el ferrocarril en el año 1955, en aquel entonces el trabajo era duro, porque había poca maquinaria y todo se hacía a hombro. Después de un tiempo empezaron a venir las montacargas, los ginches eléctricos y las grúas . Fue pasando el tiempo, se fue modernizando las instalaciones y cada uno fue progresando.

En el ferrocarril había muchas formas de trabajar, empezando por los artesanos, que hacian los trabajos de artesanías para el ferrocarril, como por ejemplo, arreglar muebles.

Después estaban los “catambos”, ellos trabajaban en la intemperie. Luego estaba la parte de abastecimiento que fue donde he trabajado. Éramos los encargados de abastecer de materiales a los galpones. Cuando por algún motivo no se compraban materiales, se daba la orden para que los talleres lo fabriquen. En los talleres se fabricaba, se producía y se reparaba.

Los que estábamos en el almacén teníamos sueldo fijo y teníamos asignado un sueldo de acuerdo a lo que producíamos. Y fue así que pasó el tiempo, nosotros los ferroviarios gracias a dios, tuvimos momentos malos, tuvimos momentos buenos, pero no podemos despreciar lo que hemos tenido. Ojala vuelva esos tiempos para la juventud de hoy porque mucha gente ha trabajado allí.

He estado en todas, fui chofer, he sido capataz, comprador, realmente hice de todo y por suerte he aprendido mucho. Si en Pérez se hubiese seguido con los talleres, sería la gran ciudad del país.

En aquel entonces trabajábamos 2200 obreros, y había llegado el momento de concentrar todo el ferrocarril Mitre e iba a pasar a hacer para 5 mil obreros. Estaban los terrenos y se iba a fabricar de todo pero, los gobiernos de turno, no se si por negocio ajeno o que, lo han cerrado.

Yo no puedo decir que toda la gente ha sido buena, porque en todo trabajo hay un porcentaje de vagancia pero yo he sido capataz y he tenido mucha gente cargo mío y les decía a los muchachos de distintos partidos políticos; acá de trabajo no se muere nadie, pero hay que trabajar, y el día que tengamos que trabajar, trabajamos todos, y el día que hay que descansar, descansamos todos.

Realmente la estadía en los talleres fue muy buena, porque todos han podido crear a su familia, y ahora ya pasó al olvido pero pienso que con el correr de los años va a tener que volver.

Alcides Orellano (84 años)

Trabajé en los talleres de Rosario por tres años, hice los tres turnos mañana, tarde y noche. Entré en el año 57. Hice actividades variadas, trabajé tres meses paleando carbón en frente de Rosario Norte, después pasé al galpón central, donde fui peón.

Surgió la posibilidad de venir a Pérez y estuve 16 años. Acá yo estaba en el corazón de la máquina, le decían el “celta chico”, ahí estaba el plato magnético, la cuchilla, y los generadores que es el lugar donde se fabricaban y ensamblaban las locomotoras.

Estaba la máquina mensual, que es una locomotora que salía cada un mes, le cambiaban inyectores, motor, generador y el alternador. Pinturería le daba el último toque y salía como nueva.

Conmigo trabajaban unas 60 personas, pero depende mucho en la sección donde se trabajaba, realmente cuando paso por los talleres abandonados me dan ganas de llorar.

Roberto Nieri (88 años)

Entré el 6 de marzo de 1946. Estuve dando servicio durante 41 años en la empresa. Los primeros siete años estuve en la sesión patio, que era el lugar donde se hacía el despacho de línea. Venían los vagones de Tucumán, de Cañada de Gómez, y había que cargarlo con todos materiales. También estuve en la bodega, allí se guardaba el material que se fabricaba. En la sección fundición se fundía 30 tonelada de hierro por día.

Los ingleses tenían la política de no salir a comprar repuestos afuera, sino que se fabricaba todo allí mismo en los talleres, hasta agujas de alfiler se hacían.

Conmigo trabajaron muchas personas, por ejemplo, la sección almacenes tenía 190 hombres. En esa sección se almacenaba todo lo que se fabricaba en el taller y después de se distribuía a todas las líneas de ferrocarriles, Buenos Aires, Cruz Alta o Río Cuarto por ejemplo.

He trabajado varios años con los ingleses y no te podes imaginar la disciplina que tenían. Jamás vi a un jefe suspender a un hombre. Mi jefe se llamaba Mr. Johnson que salía todos los días a las 9 de la mañana a recorrer todo el taller.

Es lamentable que los talleres estén parados tantos años , porque tenemos el edificio, está el inmueble y es un verdadero desperdicio que no se usen.

Entrevista a historiador

Breve entrevista realizada a Antonio Ottaviano, historiador de la ciudad

¿Qué cambios sufrió la ciudad de Pérez con el cierre de los talleres ferroviarios? ¿Qué dejó de tener, qué perdió?

Al cerrar los talleres, Pérez pasó de ser un pueblo obrero, a un pueblo de mayoría de desocupados. Perdió mano de obra y expectativa. Por suerte la industria privada, ejemplo
Sipar, albergó a un porcentaje de trabajadores despedidos.
Con el tiempo otros llegaron a la edad de jubilarse y se produjo el gran fenomeno de ser un
pueblo con un porcentaje muy importante de jubilados.
Dejó de tener una generación de trabajadores del riel, que amaban su profesión y perdió la alegria de toda esa gente.

¿Qué ciudad hubiese sido Pérez si los talleres nunca hubiesen cerrado?

Es muy dificil contestar esa pregunta, porque no podemos ver el futuro, pero seguramente
no se hubiera producido un estancamiento por varias décadas y hoy estaríamos mejor posicionados, a pesar de la distintas crisis que tuvo que atravesar todo el país y el mundo en
general.

¿Qué sensación te queda cuando hablas con un ex ferroviario acerca de cómo se trabajaba allí, sus experiencias y sus historias de vida?

Es muy triste mantener una conversacion con un ex ferroviario, porque está llena de nostalgias y tristeza. Toda una vida en los talleres y algunos tal vez, sus padres fueron ferroviarios y sus hijos alcanzaron a trabajar una época en los gigantes Gorton.
Muchos de ellos se radicaron en Pérez, para vivir cerca de su trabajo, al cerrar los talleres
se vieron completamente frustrados.
Todos añoran el tiempo pasado, con sus momentos gratos e ingratos. Algunos albergan la esperanza, que algún día, esos gigantes dormidos despierten y vuelvan a ser lo que eran antes.
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Antonio Ottaviano ha escrito en un blog de Clarín un informe titulado "Un pueblo con raíces ferroviarias". Dicho texto nos plantea un panorama de lo que fueron los talleres de la ciudad.

Fotografías


Fotografías de los talleres y su entorno



(Vista del "Cabín" de Pérez)

(Imagen satelital de los talleres)





Videos

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Un tren de recuerdos (Introducción)




Entrevistas (Ex ferroviarios)

Carlos Pallotto:


Roberto Nieri:




Alcides Orellano:



El cabín de Pérez:


Los talleres en la actualidad: